19 jul 2011

CASTITAS

(Fragmento)
 


La linda pelirroja  hizo que  atravesara  una cortina “espero que esta se la ultima “ pensó  ya malhumorada   pero en cuanto entraron Yvonn  se quedo  boquiabierta, había ahí  unas tres decenas  de personas ataviadas en el mejor de los casos con ropa de cuero o látex,   otra gran parte  estaba  en su totalidad desnuda, muchas de las  mujeres  llevaban  diferentes tipos  de corsé, medias y zapatos, botas  o zapatillas, donde predominaba, el negro, blanco, rosa,  morado y rojo,  había hombres vestidos  de trajes  negros  u otros que  solo traían  puesto   chalecos o chamarras de cuero,  al fondo   alcanzo a ver  a una pareja vestida  totalmente de vinyl, el de  negro y ella de rojo, le causa mucha gracia, mientras recorrían los pasillos para llegar a su destino  no  dejo de sentir  las miradas de los presentes, sabía que en parte esto se debía a sus cicatrices  y otra tanto a que  nunca la habían visto en el club, pasaron a lado de un grupo de personas  usaban  a una linda chica  con grilletes  en los tobillos y  las  muñecas como mesa de centro dejando  su bebidas  en la espalda de esta,  en  la contra esquina vio  a   una pareja  azotando con diferentes tipos de fustas y látigos a un chico atado en una cruz de San Andrés.   



Algo dentro de sí  empezó a provocarle calor,  antes de entrar pensó que lo que vería  la asustaría y  lo rechazaría  , pero ya estando ahí   le resultaba  todo muy sensual,  nunca le había gustado  la violencia  pero entre  el aroma   dulzón   y picoso  que llenaba el ambiente,  como  los gemidos y quejidos  de los presentes la había empezado a excitar, se dio el lujo de mirar  alrededor , vio que  algunas personas se le quedaban viendo con firmeza,  una pareja sentada en un sillón le saludaron levantando sus bebidas,  un hombre  ya entrado en años pero bastante apuesto le sonrió, ella  le devolvió la sonrisa  mas por nervios que por coquetería, cuando  intento buscar a la  pelirroja para ver por donde se había ido  su mirada se calvo  en un solo punto,  por un instante dejo de respirar tan solo para respirar más  rápido, lo que acaba de ver la había dejado fascinada.



La escena le pareció tan  fantástica que a pesar de estar a unos  nos cuantos metros  de ella  pareciera   no  lo podía creer,   suspendida  a  unos  dos metros del suelo  había  una chica  totalmente desnuda, atada con cuerdas teñidas de rojo,  las cuerdas abrazaban el cuerpo  de la chica contrastando nítidamente con su  blanca piel,  los brazos  los tenia atados a la espalda obligándola a permanecer  de forma recta, la pierna  derecha estaba  totalmente  doblada haciendo coincidir  el talón  con  las  nalgas  algo  rojas a comparación del resto del cuerpo, “Por los azotes“ supuso Yvonn,  la pierna izquierda  estaba totalmente recta  y sostenida  por  otro amarre a la altura del tobillo, las tres cuerdas, la de los brazos y ambas piernas  se  unían a una pequeña anilla  color  paletada que a su vez era sujeta a otra cuerda  mas gruesa de  color café  que  remataba con una viga del techo,  Yvonn se acerco lentamente  magnetizada  por la imagen, pudo observar mejor a la  chica,  vio que  sus senos estaban  también sujetos  por  la cuerda  destacándolos mas,  también de ese mismo amarre una segunda cuerda unía  los brazos con  el cabello  trenzado  de la chica obligándola a jalar la cabeza  hacia atrás, quedo aun mas sorprendida al ver que  la chica  babeaba sin pódelo evitar,  pues traía  en la boca una mordaza en forma de anillo que le impedía  poder cerrar la boca,  la miro a los ojos esperando  encontrar una mirada de terror,  de auxilio, de desesperación,  pero no encontró nada de eso,  la chica  suspendida  le regreso una mirada que, aunque  indicaba que tenía los ojos rojos  por que inevitablemente había  llorado,  también mostraba  una satisfacción, un gozo y un éxtasis que  la joven científica  no alcanza a comprender del todo, la chica  le sonrió como pudo e al ver las marcas  en  el brazo  y cuello de Yvonn, esta  le regreso  la sonrisa  de buena fe.



Alguien la toco  en el hombro  creyó que era la pelirroja para guiarla de nueva cuenta   con  la Ama Paulie, pero al voltear  soltó  un gritito de sorpresa, un rostro pálido  y una sonrisa  tanto de gusto como de admiración la recibieron, era Odette la enfermera,  esta vestía un atuendo  totalmente de charol, con botas de tacón de aguja un pantalón que se le ceñía  totalmente al cuerpo y una blusa de cuello sin mangas, en  los brazos  llevaba  muñequeras del mismo material   y sostenía  un pequeño látigo de varias colas en la mano,  la verdad se veía preciosa,  era totalmente  contrario a como se había  acostumbrado a verla vestida  pulcramente  con su uniforme de enfermera
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